
Argumentar es una parte esencial de nuestra vida
Argumentar es como respirar en nuestra vida diaria: lo hacemos sin darnos cuenta, pero es esencial. Aprender lógica y argumentación, aunque sea un poco, es importante. No solo para quienes estudian filosofía. Los argumentos están en todas partes: en una discusión con amigos, en una noticia en la televisión o incluso al decidir qué cenar.
Sería terrible condenar a alguien sin pruebas suficientes. Nadie debería pasar décadas en la cárcel o enfrentar una pena de muerte sin argumentos sólidos que prueben su culpabilidad. De la misma manera, si un puente se viene abajo y causa una tragedia, un equipo de ingenieros estructurales, peritos en accidentes y detectives consideran las razones más probables que llevaron al desastre. El director general de una empresa no arriesgará su capital en una nueva inversión de riesgo, a menos que observe indicios de que obtendrá ganancias. Asimismo, un médico no concluirá que uno de sus pacientes tiene neumonía, a menos que los síntomas apunten invariablemente en esa dirección.
Argumentamos en nuestra vida diaria
Difícilmente tomamos decisiones en nuestra vida diaria sin considerar al menos un par de razones. La forma en que vestimos para ir a eventos sociales, lo que comemos, en qué trabajamos y con quien nos relacionamos suele ser el resultado, al menos en parte, de haber considerado razones. Por supuesto, muchas decisiones de este tipo las realizamos de manera automática. Pero debemos notar que, aunque se hayan convertido en hábito, en algún momento nos hemos preguntado si debemos seguir vistiendo, comiendo y trabajando de la misma manera. Además, en cualquier momento, otras razones pueden llevarnos a cambiar de opinión y trabajar, comer o vestir de manera distinta.
Argumentar forma parte de nuestra humanidad
Desde que somos niños conocemos la importancia de los argumentos. Los niños nunca se quedan tranquilos con una respuesta corta. Incluso cuando ya se ha respondido a muchas de sus preguntas, siguen preguntando por el porqué de las cosas. A la pregunta ¿Por qué el sol se mueve?, no basta con decirles que la Tierra se mueve. Quieren saber por qué la Tierra se mueve. No se satisfacen con saber que la gravedad causa el movimiento de la Tierra, desean saber qué es la gravedad. No les basta una explicación sobre lo que es la gravedad, quieren saber por qué existe la gravedad, y así sucesivamente.
La ciencia y la tecnología parten de argumentos
Y eso no es todo: sin lógica, no existirían ni la ciencia ni la tecnología. Descubrimientos como que la Tierra se mueve e inventos como el avión se deben en gran parte al razonamiento. Quienes contribuyeron al descubrimiento de que la Tierra se mueve tuvieron que argumentar en contra del establishment científico de su época. Galileo tuvo que argumentar contra Aristóteles que era razonable que la Tierra se moviera sin que nosotros sintiéramos su movimiento.1 Los hermanos Wright tuvieron que argumentar contra quienes pensaban que volar era imposible. A la idea de que una máquina que es más pesada que el aire no puede volar, los hermanos contraargumentaron diciendo que las aves son más pesadas que el aire y vuelan.
Pero, a todo esto, ¿qué es un argumento?
¿Qué es un argumento?
Puesto de manera simple, un argumento es una serie de oraciones declarativas que sirven como evidencia para la verdad de otra oración declarativa.2 Una oración declarativa es aquella que afirma o niega algo. Decir que “hoy está lloviendo” es una oración declarativa afirmativa. Decir que “hoy no está lloviendo” es una oración declarativa negativa.
A las oraciones que sirven como evidencia para la verdad de otra oración declarativa se les conoce como “premisas”. A la oración que es respaldada por las premisas se le conoce como “conclusión”. Las premisas son las razones o motivos por los cuales deberíamos creer la conclusión.
¿Qué es una oración? Una oración es una expresión lingüística que expresa un pensamiento, una idea, una razón o motivo. Por ejemplo, si yo pienso que el sol es un ser vivo, lo expreso con la oración: “el sol es un ser vivo”. Esto puede ser verdadero o falso. Es verdadero si el sol realmente es un ser vivo y es falso en caso contrario. Uno puede afirmar que “existen los extraterrestres”. Esta afirmación también es verdadera o falsa, incluso si ahora no podemos saberlo con certeza.
Debemos tener cuidado pues no todas las oraciones pueden ser verdaderas o falsas: poseer un valor de verdad. Algunas oraciones como las preguntas, las sugerencias y las órdenes no poseen valor de verdad. No pueden ser verdaderas o falsas. Por ejemplo, la expresión “abre la puerta” no es verdadera ni falsa, solo expresa el deseo de que la otra persona abra la puerta. ¡Qué bueno! Es una expresión emocional que tampoco pretende ni es verdadera o falsa. De la misma manera, la sugerencia “vayamos al cine mañana”, no expresa algo que pueda ser verdadero o falso.
A las oraciones declarativas se les conoce mejor como “enunciados”. Las preguntas, sugerencias, exclamaciones y oraciones similares no son enunciados.
Deducción, inducción y abducción
Ahora que ya entendimos mejor los elementos de los que está compuesto un argumento, podemos enfocarnos en la relación entre las premisas y la conclusión.
La relación en que las premisas respaldan a la conclusión puede tomar varias formas: deducción, inducción y abducción.
Deducción
Comencemos con la deducción.
En El sabueso de los Baskerville, Sherlock Holmes trata de resolver el caso del perro fantasmal que aterroriza a la familia Baskerville. En una de sus famosas deducciones, razonó de la siguiente manera:
Un perro estaba encerrado en los establos, y, sin embargo, aunque alguien había estado allí y había sacado un caballo, no había ladrado. Es obvio que el visitante era alguien a quien el perro conocía bien…
Las premisas de este argumento deductivo son las siguientes:
- P1. Siempre que un visitante desconocido para el perro se acerca a los establos, el perro ladra.
- P2. El perro no ladró.
Y la conclusión es:
- C. Por lo tanto, el visitante era alguien conocido para el perro.
La característica distintiva de este tipo de argumentos es que, si las premisas son verdaderas, entonces la conclusión no puede ser falsa. Es imposible que sea verdad que siempre que un visitante desconocido para el perro se acerca a los establos, el perro ladra, pero el perro no ladró y el visitante era alguien desconocido para el perro.
Te estarás preguntando por qué Holmes no presenta su argumento claramente en la forma de premisas y conclusión. Muchas veces nuestros argumentos no son explícitos. Sin embargo, tanto Holmes como nosotros tenemos en mente apoyar la conclusión con una serie de premisas, incluso si cuando hablamos nos saltamos una premisa o no expresamos las premisas y la conclusión en un orden como P1-C.
Inducción
Este es un ejemplo de un argumento inductivo:
- P1. He observado en diversas ocasiones que, si un visitante desconocido para el perro se acerca a los establos, entonces el perro ladra.
- C. Por lo tanto, si un visitante desconocido para el perro se acerca a los establos, el perro ladra.
En este tipo de argumento, las premisas no garantizan la conclusión, solo la hacen más probable. Sin embargo, a diferencia de los argumentos deductivos, es posible que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa. Es perfectamente posible que el perro no ladre, a pesar de que un visitante desconocido para él se acerque a los establos.
Abducción
He aquí un ejemplo de un argumento abductivo:
- P1. El perro no ladró.
- P2. Entre las diversas teorías que explican que el perro no haya ladrado, la teoría que explica mejor este hecho es que el visitante era alguien conocido para el perro.
- C. Por lo tanto, el visitante era alguien conocido para el perro.
Lo característico de este tipo de argumento es que se invoca la explicación. Los argumentos inductivo y deductivo no invocan a la explicación como una razón para concluir algo. Al menos no lo hacen de manera explícita.
Algunas aplicaciones en la vida ordinaria
Todo esto puede parecer muy abstracto a primera vista. Sin embargo, existen argumentos deductivos, inductivos y abductivos que aplicamos en nuestro día a día.
Cada vez que confiamos en la palabra de alguien, nos basamos implícitamente en el siguiente argumento:
P1. Mi amigo Juan me dijo que el examen sorpresa será el miércoles.
P2. Entre las diversas explicaciones posibles, la mejor explicación es que Juan cree que es verdad que el examen sorpresa será el miércoles y tiene la intención de que yo lo sepa.
C. El examen sorpresa será el miércoles.
Cada vez que nos encontramos con un alimento que huele mal solemos razonar así:
- P1. Me he dado cuenta en diversas ocasiones de que, si un alimento huele mal, puede hacerme daño.
- C. Por lo tanto, si un alimento huele mal, puede hacerme daño.
Cada vez que nos encontramos en medio de una tormenta, pensamos de esta manera:
P1. Los rayos pueden caer en objetos altos durante una tormenta.
P2. Este árbol es alto.
C. Por lo tanto, es peligroso quedarse aquí.
Ya sea para sobrevivir a una tormenta, confiar en un amigo, desentrañar los misterios del universo o desafiar lo imposible, argumentar no es solo una herramienta: es el latido de nuestra razón, la brújula de nuestras decisiones.
Sin argumentos, la ciencia se estanca, la justicia falla y la humanidad se pierde en la oscuridad de la duda. Así que la próxima vez que preguntes “por qué” o defiendas una idea, recuerda que no solo estás razonando, sino que estás ejerciendo tu propia humanidad.
Referencias
Galilei, G. (1995). Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo: Ptolemaico y Copernicano (A. Beltrán Marí, Trad.). Alianza Editorial. (Obra original publicada en 1632).
Weston, A. (1994). Las claves de la argumentación (F. J. Malem, Trad.). Ariel.
- Galilei, G. (1995). Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo: Ptolemaico y Copernicano (A. Beltrán Marí, Trad.). Alianza Editorial. (Obra original publicada en 1632). ↩︎
- Weston, A. (1994). Las claves de la argumentación (F. J. Malem, Trad.). Ariel. ↩︎
PARA SABER MÁS:
https://www.unav.es/gep/AF/Genova.html
https://elpais.com/ciencia/2020-11-13/deduces-o-abduces.html
Leave a Reply